Es
un arte de pescar muy antiguo. Se cree de origen romano y ya se sabe de su
utilización por los árabes en la Baja Edad Media, pero es en 1414 cuando se tiene la primera constancia
escrita de la existencia de la “Encañizada”: “Pedro
Fernández Palomares pide autorización para construir una encañizada en el Mar
Menor, con el compromiso de abastecer la ciudad de Murcia, y la libertad de vender
el sobrante”. Este solicitante, como arrendatario, obtuvo también permiso
para cortar la madera necesaria para su construcción en el cercano “Pinatar”.
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Encañizada. Laberintos formados con cañas y redes |
El motivo principal de la instalación y explotación
de las “encañizadas” son el aprovechamiento de las costumbres migratorias de
algunos peces (mújol,
dorada,
lubina y magre)
entre el Mar Menor y el Mediterráneo utilizando los pocos pasos naturales
(Golas) o canales de entrada y salida de agua que existen entre ambos mares.
Este sorprendente arte de pesca consiste en
formar laberintos circulares de cañas, estacas de madera y redes en los que los
peces entran con mucha facilidad, pero después no saben ni pueden salir.
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Foto de Jesús Bueno Bautista |
En una
“Encañizada” se pueden distinguir las siguientes zonas o elementos: travesías,
paranzas, embustes y corrales.
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La travesía es
una barrera que atraviesa el canal de orilla a orilla formada por cañas de unos
dos metros de altura, siendo frecuentemente apuntalada por estacas de madera
para evitar que el oleaje las derribe.
·
Las paranzas son
una especie de cajas cuadradas y sin tapa, hechas igualmente de cañas, cuya
misión es permitir el paso del agua, pero no el de los peces que quedan
retenidos en ellas.
·
Los embustes son
parecidos a las paranzas, diferenciándose tan sólo en la forma rectangular y en
que tienen un mayor tamaño.
·
Los corrales se
sitúan en los extremos de la encañizada, se trata de redes sujetas al suelo por
estacas, verticalmente.
· Existen otras
artes de apoyo (secundarias) como son las redes de atajo, pardeteras,
tresmalles o sartás.
Las condiciones
del Mar Menor siempre han sido muy favorables para la reproducción de especies
como mújol,
dorada
y magre,
que acudían en gran número a desovar en estas ideales aguas, manteniéndose allí
hasta época adulta. Después, al intentar volver hacia las aguas más frías del
Mediterráneo, es cuando tropiezan con las paranzas, quedando atrapados los
ejemplares de mayor tamaño.
Los
Pescadores dicen que, al conservarse vivo hasta el momento de la extracción,
sin sufrimiento ni lucha por la huida al considerarse “libre”, conserva toda su
grasa, por lo que resulta más sabroso y, por tanto, más caro en la lonja.
Como
curiosidad de las “Encañizadas” podemos contar que el origen del nombre de la
gola de Marchamalo, procede de su “mal
funcionamiento” (marcha mal) como encañizada.
También dice
la tradición que las cañas de la Encañizada,
para que no se pudran en el fango, se cortaban en la huerta de Murcia en enero
y en Luna menguante, para ser secadas a la sombra hasta el verano, aunque ahora
como casi todo, les traen de china unas cañas (ya cortadas y secas) que les
aguanta un año en buenas condiciones.
Cinco
son las "golas" y cinco las “Encañizadas” históricas del Mar Menor: Harco, Torre,
Ventorrillo, El Estacio y Marchamalo. La
de la Torre y Ventorrillo eran de propiedad estatal, y se arrendaban en subasta
pública. En la década de los años 60 funcionaban las cinco, pero fueron
despareciendo sucesivamente. En el año 1996 se reconstruyó y reactivó “la de la Torre”, subastándose
y otorgándose concesión administrativa para su explotación cada 10 años
con un máximo de 30.
Hoy
en día, solo queda en activo la Encañizada de la Torre y es la única que se
conoce, no solo en el Mediterráneo sino en todo el mundo.